Por: Juan Carlos Taffur (*)
El candidato Luis Castañeda Lossio acusa a diario16 de dedicarse a demolerlo y que esa “guerra sucia” es una de las razones que ha causado su descenso en las encuestas.
En principio, nos sentimos obligados a agradecerle al ex alcalde que nos atribuya tanto poder y capacidad de influencia en la opinión pública, pero la verdad sea dicha, ningún medio de comunicación, ni acá ni en ningún país del mundo goza de semejante peso.
Si Castañeda viene en caída libre es por mérito propio. No podemos ser mezquinos regateándole su propia capacidad para la torpeza. ¿Que le dedicamos sinfín de portadas resaltando aspectos negativos suyos? Es verdad. Es evidente que consideramos que la suya no es una candidatura que apreciemos. Nos parece que sería un retroceso para el país que Castañeda nos llegue a gobernar (lo cual, felizmente, parece poco probable).
En todo caso, lo que no puede decir el limitado candidato ‘solidario’ es que alguna vez hayamos mentido. Todo lo publicado respecto de él es verdad. Como lo es la mayor parte de las denuncias que la prensa independiente suele publicar en su contra. Y a ninguna, dicho sea de paso, se digna responder.
Castañeda no es el candidato de la modernidad. Su capacidad intelectual es tan sólida como la mermelada. Su transparencia lo es tanto como la de un sobre cerrado. Su plan de gobierno está tan alejado de la realidad peruana como lo está una cuenta suiza.
Dice que lo atacamos para favorecer a Toledo, ya que –según su sesudo análisis- al líder de Perú Posible le conviene enfrentar a Keiko en la segunda vuelta. Es todo lo contrario. Castañeda se haría añicos sea quien sea con quien se enfrente en una eventual jornada definitoria. Es, de lejos, el candidato más débil e inconsistente. Si de lo que le convendría a Toledo se tratase, enfrentarse a Keiko es lo que mayor desvelo debería causarle.
“Las encuestas demuestran que yo le podría ganar a Toledo en una segunda vuelta”, argumenta. ¿No son las mismas encuestas que hace dos meses le daban un 38% de intención de voto y que hoy lo ponen en alrededor del 20%?, nos preguntamos. Castañeda es un falso valor que va cuesta abajo. Y de acá al 10 de abril estará más abajo aún (el voto rural rural –que las encuestadoras no miden- va a favorecer a Toledo, Keiko y Humala).
Por lo demás, toda la prensa palaciega se la juega entera a favor suyo. Y no pasa nada. No son, pues, las portadas la causa de su desplome. Sabemos que la inteligencia no es, precisamente, una de sus virtudes, pero la poca que exhíbe podría utilizarla mejor.
En el fondo, queda claro que la suya es la estrategia de la desesperación, de alguien que sabe que lo que va a tener que contar pronto no son sus votos sino cómo se han perpetrado los escandalosos manejos, que ya empiezan a asomar, ocurridos durante su paso por la Municipalidad de Lima.
En principio, nos sentimos obligados a agradecerle al ex alcalde que nos atribuya tanto poder y capacidad de influencia en la opinión pública, pero la verdad sea dicha, ningún medio de comunicación, ni acá ni en ningún país del mundo goza de semejante peso.
Si Castañeda viene en caída libre es por mérito propio. No podemos ser mezquinos regateándole su propia capacidad para la torpeza. ¿Que le dedicamos sinfín de portadas resaltando aspectos negativos suyos? Es verdad. Es evidente que consideramos que la suya no es una candidatura que apreciemos. Nos parece que sería un retroceso para el país que Castañeda nos llegue a gobernar (lo cual, felizmente, parece poco probable).
En todo caso, lo que no puede decir el limitado candidato ‘solidario’ es que alguna vez hayamos mentido. Todo lo publicado respecto de él es verdad. Como lo es la mayor parte de las denuncias que la prensa independiente suele publicar en su contra. Y a ninguna, dicho sea de paso, se digna responder.
Castañeda no es el candidato de la modernidad. Su capacidad intelectual es tan sólida como la mermelada. Su transparencia lo es tanto como la de un sobre cerrado. Su plan de gobierno está tan alejado de la realidad peruana como lo está una cuenta suiza.
Dice que lo atacamos para favorecer a Toledo, ya que –según su sesudo análisis- al líder de Perú Posible le conviene enfrentar a Keiko en la segunda vuelta. Es todo lo contrario. Castañeda se haría añicos sea quien sea con quien se enfrente en una eventual jornada definitoria. Es, de lejos, el candidato más débil e inconsistente. Si de lo que le convendría a Toledo se tratase, enfrentarse a Keiko es lo que mayor desvelo debería causarle.
“Las encuestas demuestran que yo le podría ganar a Toledo en una segunda vuelta”, argumenta. ¿No son las mismas encuestas que hace dos meses le daban un 38% de intención de voto y que hoy lo ponen en alrededor del 20%?, nos preguntamos. Castañeda es un falso valor que va cuesta abajo. Y de acá al 10 de abril estará más abajo aún (el voto rural rural –que las encuestadoras no miden- va a favorecer a Toledo, Keiko y Humala).
Por lo demás, toda la prensa palaciega se la juega entera a favor suyo. Y no pasa nada. No son, pues, las portadas la causa de su desplome. Sabemos que la inteligencia no es, precisamente, una de sus virtudes, pero la poca que exhíbe podría utilizarla mejor.
En el fondo, queda claro que la suya es la estrategia de la desesperación, de alguien que sabe que lo que va a tener que contar pronto no son sus votos sino cómo se han perpetrado los escandalosos manejos, que ya empiezan a asomar, ocurridos durante su paso por la Municipalidad de Lima.
(*) Director del Diario 16, nota publicada el 9 de marzo de 2011
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