Por: Antonio Zapata
El sábado pasado se reunió una asamblea por la reunificación de las izquierdas y la refundación de la república sobre bases más justas e inclusivas. Entre muchos temas importantes en debate, destaca la cuestión electoral, en el entendido que es manifiesto el ánimo de participar juntos y la posibilidad de hacerlo bajo la inscripción de UNIR.
Las izquierdas requieren superar las dos últimas participaciones electorales, ambas de resultados desastrosos, en ninguna de las cuales su candidato presidencial alcanzó el 1%. ¿Cómo lograrlo? Lo primero es reconocer la pérdida de categoría y la competencia actual en ligas menores. El proyecto izquierdista para empezar a nacer debe reconocer que su meta es a largo plazo. Se forma para que alguno de los jóvenes que participan pueda llegar a la presidencia en una o dos décadas.
Por ello, debe competir en arenas donde pueda ganar posiciones, que sirvan como palancas para aspirar a más. Las izquierdas están en capacidad para formar alianzas que obtengan resultados interesantes en varios municipios y también en algunas regiones. Ahí debería centrarse la campaña. La estrategia es ganar posiciones el 2010 acumulando fuerzas para la batalla política sobre la presidencia y el Parlamento.
Para el 2011, las izquierdas no puedan alzar vuelo más allá del Congreso. Para este espacio cuentan con buenos candidatos que pueden ganar algunas curules. Dado el sistema electoral peruano de cifra repartidora, las izquierdas pueden obtener una representación regular, capaz de seguir adelante con esta obra de reconstitución. Pero, ¿cómo competir por el Congreso sin cabeza a la presidencia? Es perfectamente posible.
Una posibilidad es centrarse exclusivamente en la campaña parlamentaria y dejar en libertad a los votantes para escoger entre la oferta electoral. La otra opción de las izquierdas es negociar su apoyo a Ollanta Humala. Estas opciones funcionan en prelación.
Primero negociar con Ollanta y, si no funciona, dejar en libertad al electorado izquierdista. ¿Por qué con Ollanta y no con cualquier otro? Por una razón muy simple, pertenece al campo popular. No comparte con las izquierdas un alineamiento político por el socialismo y la democracia participativa. Lo suyo es el nacionalismo. Pero, tanto por su postura frente a algunos temas capitales, como por el personal político que lo acompaña, pertenece por derecho propio al campo llamémoslo popular o progresista. Además, es el único de este espacio con posibilidad de ganar la presidencia, aunque remota, a mi modesto entender.
La salida en estos casos es el apoyo crítico. Consiste en competir con colores propios en algunos niveles, organizando una fuerza coherente para mañana. A la vez, apoyar al que hoy tiene alguna chance al premio mayor. ¿Qué negociar? De la manera más simple posible, algunos puntos programáticos que abran una opción frente al dominio neoliberal.
¿Qué ocurrirá con el padre Arana? Pues, debería sumarse al reagrupamiento izquierdista. Su candidatura presidencial no ha pegado y se ve difícil que despegue en los meses que faltan. Por otro lado, dispone de un mensaje renovador y comprometido, tiene bases respetables en muchas regiones y bastantes cuadros valiosos. Por ello, reforzaría notablemente la reunificación en curso y podría encabezar la lista para el Congreso.
En lo que se refiere a Susana Villarán, es obvio que no desea participar del espacio de las izquierdas, pero su candidatura municipal a Lima es una posibilidad interesante. De modo distinto al de Ollanta, es una personalidad igualmente progresista. Así, estamos con ella en la batalla por Lima y nos alistamos a nuestro reingreso político.
(Publicado el 21 de abril de 2010 en el Diario La República)
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