ALAN Y LA ANIQUILACIÓN DEL APRA


Por: Juan Carlos Taffur (*)

Ni siquiera en los tiempos del reinado indiscutible de Víctor Raúl Haya de la Torre el Apra fue puesta de lado, arrimada a una candidatura, subordinada a los caprichos de ninguno de los dirigentes históricos del partido de la avenida Alfonso Ugarte.

Eso lo ha logrado Alan García. Su ‘ego colosal’ lo hace repetir en discusiones internas que él logró lo que el fundador no pudo, llegar a la Presidencia y además, dos veces. Su afán destructivo de todo lo que lo pueda contener lo conduce ahora a destruir la estructura misma del partido.

Su extraordinaria capacidad de manipulación e intriga ha generado, sin duda, el desmadre último que ha terminado con la renuncia irrevocable de Mercedes Aráoz a la Presidencia de la República. Eso nunca antes había ocurrido en la larga trayectoria partidaria.

El resultado va a ser un desastre. El Apra está condenada a obtener cifras minúsculas. Muchos suponían que era más que probable que el desenlace fuera promisorio. Se recordaba lo ocurrido en 1990, donde a pesar del desastre gubernativo que fue el primer mandato de García, Luis Alva Castro superó el 20% de los votos.

Pero hasta ese escenario le resultaba irritante a García. Él se siente el salvador del Apra y cree que su persona está por encima del partido. En algunas oportunidades, cuando ciertos dirigentes llegaron a cuestionar su afán dominante, insinuó que era capaz de liderar una candidatura independiente. Así extorsionaba a los compañeros y terminaba por someterlos.

A nadie más que a él le conviene un fiasco electoral del aprismo, como el que, gracias a su maquiavélico juego, sufrirá en la contienda venidera. Reafirma su ‘liderazgo’ y acalla a los disidentes. Y le allana el camino para su sueño más caro, como es el de volver a postular el 2016 sin deudas ni necesidad de concesiones.

En el 90 no apoyó a Alva Castro sino a Fujimori. Esta vez tampoco va a apoyar al Apra. Sus candidatos, ya lo ha dicho, son Luis Castañeda Lossio, como nombre encubridor de a quien en verdad representa sus deseos, como es Keiko Fujimori. Confía en ambos para ser protegido en el Congreso de cualquier investigación que recaiga sobre una gestión, que muchos sospechamos, altamente corrupta. Por eso también, de paso, su odio visceral hacia Alejandro Toledo, contra quien va a emplear toda la maquinaria mediática que ha logrado construir a punta de prebendas publicitarias y Dios sabe qué otras ayudas.

Felizmente para la democracia y para la lucha contra la corrupción, sus esfuerzos en ese sentido no le están resultando. Castañeda se desinfla solo, fruto de sus profundas limitaciones, y Keiko Fujimori, si bien mantiene su núcleo duro de seguidores, difícilmente superará las resistencias cívicas a un retorno del modelo que nos gobernó en la década del 90. En lo único que va a tener éxito García es en haber convertido un gran partido, como el Apra, en una agencia de empleos parlamentarios, sumisa y humillada por sus caprichos. La historia lo recordará por eso.
(*) Director de Diario 16

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