¿SALARIOS, CULPABLES DE LA INFLACIÓN?

La pólvora que aún le falta a la crisis peruana es que el gobierno intente un ajuste de precios, como lo ha sugerido el ministro Luis Valdivieso. Por ahora el Presidente prefiere la muerte lenta y repite el estribillo de que no caerá en el error de su primer gobierno.

En los últimos días se ha repetido la imagen de los usuarios de los servicios públicos que se oponen al alza de los pasajes y que responden a los periodistas de la televisión con el siguiente argumento:
- No estamos de acuerdo, señorita, porque nuestros salarios no han mejorado, de dónde vamos a sacar la plata para pagar más por el transporte.

Es lo mismo que pasa en los mercados. La gente se queja del aumento de los precios de los alimentos, que ya no puede pagar con los salarios reducidos que recibe. La solución parece evidente: los salarios deberían subir para compensar el alza del costo de vida, y para que la gente pueda pagar sus pasajes y alimentos.

Pero, como todos sabemos, después de aprender economía durante veinte años y repetir todas las noches “no lo volveré a hacer”, el presidente Alan García ha llegado a una conclusión contradictoria: el aumento de salarios es el que crea la inflación, que es lo que viene repitiendo por diversas plazas del país, y que a él no van a volverlo a hacer caer en el error de su primer gobierno.

Aquí hay dos problemas evidentes: (a) ¿cómo puede ser que los salarios y los niveles de ingreso de las mayorías trabajadoras, sean responsables de las alteraciones de precios, si en las dos últimas décadas la política más sistemática ha sido la de frenar su ascenso y abrir cada vez más la brecha entre la remuneración del capital y la que recibe el trabajo?; (b) ¿si los salarios no pueden mejorar porque atizan la inflación, cómo se defiende la población de las alzas que ya se han producido, o tienen que conformarse con el poder adquisitivo deteriorado?

Causas de la inflaciónLa gracia de la interpretación neoliberal del comportamiento errático de los precios estriba en que puede ofrecer 50 causas posibles: (a) es importada; (b) es especulativa; (c) estamos creciendo mucho; (d) se está otorgando demasiados créditos a las personas; (e) se compran muchos dólares; (f) hay mucho gasto del Estado; (g) de todos modos somos el país con menos inflación en Sudamérica; etc.; pero cuando hay que definir la solución a este fenómeno que preocupa al país, las respuestas son normalmente las mismas: hay que frenar la demanda, congelar los salarios, bajar el gasto público (es decir pagarle menos a los trabajadores del Estado y a los contratistas que también pagan salarios).

En resumen, puede haber muchas inflaciones, pero el que paga siempre el pato es el salario, aunque se haya mantenido congelado anteriormente, también con el argumento de no inflacionar. Por angas o por mangas, el mayor peligro del actual sistema es la mejora relativa de los salarios, lo que obviamente se termina traduciendo en una relación profundamente desfavorable en el reparto del ingreso: las utilidades de las empresas aumentan cuando la economía está bien y vuelven a hacerlo cuando empieza a decaer.

La falacia del chorreo

En realidad lo que no se quiere admitir es que la inflación refleja la pugna por el ingreso dentro de una sociedad, la que existe de una manera cuando se crece (lucha por la redistribución) y de otra cuando hay crisis (batalla para evitar que se arrebate una mayor porción del ingreso). Lo que normalmente vemos de esta pugna son las huelgas y otros actos de presión social y, en ciertas épocas, la acción de gobiernos populistas tratando de mediar en el conflicto y tratando de equilibrar precios con aumentos. Esto fue lo que intentó García en su primer gobierno y fracasó rotundamente.

Lo que es menos visible es que la intervención de ajuste de los gobiernos como el de Fujimori en los 90, o como se propone el ministro Valdivieso por encargo de Alan García dentro del escenario político actual, son también parte de la misma pelea. Cuando el Presidente dice que no puede aumentar salarios, mientras los precios suben, está advirtiendo que otra vez le toca perder a los trabajadores. Toda esa historia de que al final, bien al final, la economía de crecimiento chorrea hacia abajo, es falaz, porque cuando empieza a chorrear se desata la crisis inflacionaria y los que creían que podían empezar a salir de pobres, vuelven a quedarse en su pobreza.

Raúl Wiener, Unidad de Investigación (Diario La Primera)

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