Por: Javier Diez Canseco
Las elecciones muestran una derecha fascistoide y asustada en el poder. La derrota de Lourdes y la posibilidad de un bloque político de socialistas y fuerzas de cambio la espanta. Intolerante y agresiva, no cederá un ápice del poder sin hacer de todo por preservarlo, incluyendo el fraude. Fariseos contra la violencia, la usan brutalmente para impedir cambios democráticos. Allí están el golpe en Honduras, el plan de asesinar a Evo Morales y el golpismo en Ecuador contra Correa. Representan poderes fácticos, lobbies y corrupción, ajenos a una derecha que acepta el juego democrático.
Mucha gente busca un cambio de rumbo, en espacios con diversas demandas y en outsiders, más allá de la crisis de los partidos y el sistema político. Frustrados por un crecimiento económico sin desarrollo ni redistribución de la riqueza, preocupados por la destrucción de nuestros recursos naturales, hastiados de la corrupción en la médula del poder, enervados por enormes brechas entre ricos y pobres, millones de peruanos votaron opciones de cambio. La vieja derecha neoliberal no presentó candidatos o ha sido golpeada en sus últimos reductos: la derrota del Apra en Piura, su casi derrota en La Libertad y la penosa actuación de la candidata del PPCen Lima lo muestran.
Los grandes medios desnudaron su defensa de poderosos intereses: desinforman y manipulan. El fujimontecinismo, anidado en los medios en los 90, se alió a otros sectores que sirven fielmente al poder. Como el 2006, tras Alan, desarrollaron una grotesca guerra sucia contra Susana Villarán y candidatos de izquierda o centroizquierda en regiones. Los calumniaron con vínculos al terrorismo criminal de SL.
Demolieron candidatos honestos con falsedades y ocultaron los vínculos con grupos de poder o narcotraficantes de candidaturas de derecha. Al inicio, los neoliberales y corruptos dividieron sus candidaturas. Seguros de controlar Lima, Lourdes y Kouri ventilaron sus trapos sucios: salieron a la luz la relación Lourdes-Cataño, procesado por narcotráfico hoy prófugo, y los negocios montesinistas de Kouri. Este fue tachado. Se abrieron puertas y entró en escena Susana. Con ella se crea la oportunidad de unificar la centroizquierda, cambio y renovación con un sentido social, poniendo freno al abuso de poder, y pensando una ciudad al servicio de la gente. Y en el país, el proceso abrió nuevos cursos. La derecha, fracturada entre fujimoristas con Alan, y los neoliberales PPC-UN, SN y Toledo, perdió terreno.
Las izquierdas y sectores progresistas tampoco forjaron un frente único nacional. Por dividirse en diversas opciones regionales, perdieron posibilidades, pero lograron avances importantes. Estas experiencias unitarias son base para una de cara al 2011, armando una estructura nacional. No será fácil. Los líderes no endosan su votación como demuestran los distritos de Lima. Pero la unidad suma: en San Juan de Lurigancho o San Martín de Porres, FS tuvo 17%, más que las izquierdas el 2006.
Hoy, hay que frenar el fraude y lograr la unidad al 2011. Saquemos el debate del tema de los caudillos de las fuerzas políticas y los vetos. La unidad por el cambio y la de las fuerzas de izquierda se construyen sobre movimientos y simpatizantes diversos. Buscar la unidad exige un programa común que exprese el cambio, construir equipo, y forjar un mecanismo razonable y democrático para definir las candidaturas: primarias o un evento.
Las elecciones muestran una derecha fascistoide y asustada en el poder. La derrota de Lourdes y la posibilidad de un bloque político de socialistas y fuerzas de cambio la espanta. Intolerante y agresiva, no cederá un ápice del poder sin hacer de todo por preservarlo, incluyendo el fraude. Fariseos contra la violencia, la usan brutalmente para impedir cambios democráticos. Allí están el golpe en Honduras, el plan de asesinar a Evo Morales y el golpismo en Ecuador contra Correa. Representan poderes fácticos, lobbies y corrupción, ajenos a una derecha que acepta el juego democrático.
Mucha gente busca un cambio de rumbo, en espacios con diversas demandas y en outsiders, más allá de la crisis de los partidos y el sistema político. Frustrados por un crecimiento económico sin desarrollo ni redistribución de la riqueza, preocupados por la destrucción de nuestros recursos naturales, hastiados de la corrupción en la médula del poder, enervados por enormes brechas entre ricos y pobres, millones de peruanos votaron opciones de cambio. La vieja derecha neoliberal no presentó candidatos o ha sido golpeada en sus últimos reductos: la derrota del Apra en Piura, su casi derrota en La Libertad y la penosa actuación de la candidata del PPCen Lima lo muestran.
Los grandes medios desnudaron su defensa de poderosos intereses: desinforman y manipulan. El fujimontecinismo, anidado en los medios en los 90, se alió a otros sectores que sirven fielmente al poder. Como el 2006, tras Alan, desarrollaron una grotesca guerra sucia contra Susana Villarán y candidatos de izquierda o centroizquierda en regiones. Los calumniaron con vínculos al terrorismo criminal de SL.
Demolieron candidatos honestos con falsedades y ocultaron los vínculos con grupos de poder o narcotraficantes de candidaturas de derecha. Al inicio, los neoliberales y corruptos dividieron sus candidaturas. Seguros de controlar Lima, Lourdes y Kouri ventilaron sus trapos sucios: salieron a la luz la relación Lourdes-Cataño, procesado por narcotráfico hoy prófugo, y los negocios montesinistas de Kouri. Este fue tachado. Se abrieron puertas y entró en escena Susana. Con ella se crea la oportunidad de unificar la centroizquierda, cambio y renovación con un sentido social, poniendo freno al abuso de poder, y pensando una ciudad al servicio de la gente. Y en el país, el proceso abrió nuevos cursos. La derecha, fracturada entre fujimoristas con Alan, y los neoliberales PPC-UN, SN y Toledo, perdió terreno.
Las izquierdas y sectores progresistas tampoco forjaron un frente único nacional. Por dividirse en diversas opciones regionales, perdieron posibilidades, pero lograron avances importantes. Estas experiencias unitarias son base para una de cara al 2011, armando una estructura nacional. No será fácil. Los líderes no endosan su votación como demuestran los distritos de Lima. Pero la unidad suma: en San Juan de Lurigancho o San Martín de Porres, FS tuvo 17%, más que las izquierdas el 2006.
Hoy, hay que frenar el fraude y lograr la unidad al 2011. Saquemos el debate del tema de los caudillos de las fuerzas políticas y los vetos. La unidad por el cambio y la de las fuerzas de izquierda se construyen sobre movimientos y simpatizantes diversos. Buscar la unidad exige un programa común que exprese el cambio, construir equipo, y forjar un mecanismo razonable y democrático para definir las candidaturas: primarias o un evento.
Podemos construir una alianza amplia entre diferentes grupos políticos e independientes, como Piura. FS no puede vetar un candidato unitario. El PNP no puede insistir en ir con invitados pero no aliados. Y el MNI, fuerza de izquierda inscrita, debería ayudar a abrir un proceso para articular al conjunto de las izquierdas, renovar su espacio directivo, su propio nombre y facilitar un agrupamiento más amplio y distinto, parte de un frente por el cambio. Sin la unidad por el cambio, los grupos fascistoides solo habrán recibido un susto.
(Publicada en La República el 11 de octubre de 2011)
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