Hace 30 años asesinaron a Monseñor Romero


Óscar Arnulfo Romero y Galdámez nació en Ciudad Barrios el 15 de agosto de 1917 y murió acribillado el 24 de marzo de 1980 en San Salvador, justamente cuando denunciaba los atroces asesinatos que cometía la dictadura ultraderechista de Roberto D’Aubuisson, en la última homilía de su vida.

El monseñor Arnulfo Romero se volvió célebre justamente por su alocución en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. En sus homilías dominicales denunció numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país.

Su prédica provocó la indignación de la dictadura y de los grupos de poder de El Salvador y de las empresas norteamericanas asentadas en el país y, conociendo los “métodos de eliminación” enseñados en la “Escuela de las Américas” (lugar donde EE.UU. instruía a los militares de América Latina), se sabía que su asesinato era cuestión de tiempo.

Dentro de la Iglesia Católica se le consideró un obispo que defendía la "opción preferencial por los pobres". El 11 de noviembre de 1977 en su homilía dominical, el Monseñor Romero sostuvo que "La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación".

En San Salvador recuerdan el crimen del Arzobispo Romero

Miles de personas colmaron las calles de San Salvador para recordando el 30 aniversario del asesinato, sucedido el 24 de marzo de 1980. Desde primeras horas del sábado 27, y desde distintos puntos de la ciudad, cuatro peregrinaciones llegaron a la catedral metropolitana, donde se celebró la Primera Jornada Nacional Juvenil en honor al asesinado prelado católico.

El cardenal de Guatemala, Rodolfo Quezada Toruño, declaró a la radio YSKL que Romero “es un gran pastor, un gran mártir y un gran representante que puede influir mucho en la educación de los jóvenes”. Lemas como “Romero vive” y “en mi pueblo resucitaré” se leían en pancartas, camisetas y otras prendas usadas por los participantes, en su mayoría jóvenes, a lo largo del recorrido, marcado por fotos, imágenes y afiches alusivos al jerarca.

“Los Derechos Humanos son una cojudez”


Y mientras muchos sacerdotes católicos y de otras creencias se jugaban la vida en defensa de los Derechos Humanos y de la vida, en Ayacucho, donde el terrorismo demencial de Sendero y las fuerzas armadas (tal como esta documentado en el Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación) abusaban de los peruanos de esas tierras, en la puerta del arzobispado colgaba un letrero que decía “No se reciben denuncias sobre Derechos Humanos”.

Para los que no recuerdan, este arzobispo, hoy cardenal, es el mismo que dijo hace algún tiempo, en los tiempos del dictador Fujimori, que “los derechos humanos son una cojudez”. Que diferencia al monseñor Romero ¿No?

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